Santo del Dia - 19 Noviembre San Odón de Cluny - un Religioso Francés - San Odón Continuó la Reforma en Mayor Escala
Nacionalidad Francés
Nacimiento 25 de diciembre del 879 (Tours, Francia)
Fallecimiento 18 de noviembre de 942 (Tours, Francia)
Patronazgo Músicos
San
Odón de Cluny era un religioso francés de la Edad Media, que llegó a
ser en 920 el tercer abad de Aurillac y de 926 a 942 el segundo abad de
Cluny donde sucedió a Bernón. Promulgó varias reformas en el sistema de
Monasterios de Cluny en Italia y Francia.
Biografía
La primera biografía la realizó el monje Juan de Salerno pocos años después de su muerte.
Nació en Tours, Francia, el 25 de diciembre del 879. Sus padres habían rezado mucho ya que no podían tener hijos.[1]
El
santo se educó primero con la familia de Fulko II, conde de Anjou, y
después, con la del duque Guillermo de Aquitania, fundador de la abadía
de Cluny, donde se preparó para guerrear. Odón recibió la tonsura a los
diecinueve años, fue nombrado canónigo de la iglesia de San Martín de
Tours y pasó algunos años estudiando en París. Allí se dedicó con gran
entusiasmo a la música con Remigio de Auxerre. Un día, al leer la Regla
de San Benito, Odón quedó impresionado al comprobar cuánto distaba su
existencia de la perfección, y entonces determinó ingresar en la vida
religiosa. Poco después, se trasladó al monasterio de
Baume-les-Messieurs, en la diócesis de Bensançon, donde el abad Berno le
concedió el hábito el año 909.
El duque Guillermo fundó al año
siguiente la abadía de Cluny y la confió al abad Berno, quien nombró a
San Odón director de la escuela que el monasterio tenía en Baume. Se
cuenta que, en cierta ocasión cuando san Odón se hallaba de viaje, la
hija de su hospedero acudió a él por la noche a pedirle auxilio, pues su
padre quería casarla contra su voluntad. El santo no pudo resistir a
las lágrimas y súplicas de la joven, la ayudó a escapar de su casa y la
llevó consigo a Baume. No sin razón, el abad de Odón se enojó por la
precipitada decisión de su súbdito y le ordenó que velara cuidadosamente
por la joven y la pusiese en sitio seguro. Odón, que llevaba
diariamente de comer a la joven, la instruyó sobre la vida religiosa y
la colocó en un convento de religiosas. Con la edad, el santo se hizo
más prudente y fue nombrado para suceder a Berno en el gobierno de la
abadía de Cluny.
El abad Berno había emprendido ya la reforma de
varios monasterios desde Cluny. San Odón continuó la reforma en mayor
escala. Uno de los monasterios que reformó fue el de Fleury sobre el
Loira, que estaba destinado a ejercer una gran influencia en Inglaterra.
Alguien escribió acerca de la escuela de san Odón en Cluny: «En ella se
educa tan bien a los niños como en los castillos de sus padres». La
vida en Cluny no era fácil. Cierto monje se quejó una vez ante san Odón
de que Berno gobernaba la abadía con mano de hierro. Lo cierto es que
hacía falta una rígida disciplina para mantener el orden entre los
vigorosos espíritus del siglo X, y Cluny no era una excepción. San Odón
gobernó también con férrea energía y solía intimidar a los monjes
rebeldes hablándoles de métodos de gobierno aún más severos que el suyo.
Pero no siempre procedía así. Por ejemplo, refiriéndose a los actos de
caridad, contó un día que un joven estudiante, al dirigirse a la iglesia
a cantar maitines, en una cruda madrugada de invierno, había encontrado
en la puerta del templo a un mendigo medio desnudo. El estudiante se
quitó la capa y se la echó al mendigo sobre los hombros, de suerte que
tiritó de frío durante el largo oficio. Después de laudes, se acostó en
su lecho para calentarse un poco y encontró entre las sábanas una moneda
de oro, con lo que tenía más que suficiente para comprarse una capa. El
biógrafo comenta: «Entonces yo no sabía quién había sido el héroe de
este incidente, pero lo descubrí más tarde». Naturalmente, el héroe fue
el propio Odón, quien en Tours había aprendido a imitar a San Martín.
El
año 936, san Odón fue a Roma por primera vez, convocado por el papa
León VII. La ciudad estaba entonces sitiada por Hugo de Provenza, quien
se daba a sí mismo el nombre de rey de Italia y profesaba gran respeto a
san Odón. El Papa había llamado al santo para que tratase de concluir
la paz entre Hugo de Provenza y Alberico, «el patricio de los romanos».
San Odón logró un triunfo provisional, negociando el matrimonio de
Alberico con la hija de Hugo. En la abadía de San Pablo Extramuros
«reglamentó en forma apostólica la vida espiritual del monasterio y, con
sus exhortaciones, fomentó en todos los corazones la fe, la piedad y el
amor de la verdad». El espíritu de Cluny se había extendido ya más allá
de las fronteras de Francia, y la influencia de san Odón se dejó sentir
particularmente en los monasterios de Monte Cassino, Pavía, Nápoles y
Salerno. En cierta ocasión, el santo estuvo a punto de perecer apedreado
por un campesino que pretendía que los monjes de San Pablo le debían
dinero. San Odón pagó al campesino lo que se le debía y olvidó el
incidente. Pero pronto se enteró de que Alberico había sentenciado a
aquel hombre a perder el brazo derecho. Inmediatamente, el santo fue a
pedir la anulación de la sentencia y consiguió que el campesino fuese
puesto en libertad. Durante los seis años siguientes, Odón tuvo que
volver dos veces a Roma a tratar de mantener la paz entre Hugo y
Alberico y aprovechó ambas ocasiones para ensanchar el campo de su celo
de reforma. Entre tanto, la empresa iba ganando terreno en Francia,
donde los nobles devolvían al santo los monasterios que hasta entonces
habían gobernado ilegalmente, y los superiores le invitaban a visitar
sus abadías y a reformarlas. Naturalmente, no faltaron monjes que no se
resignaban a perder su cómoda situación y obstaculizaban cuanto podían
el trabajo del santo. Por ejemplo, algunos acusaron a los de Cluny de
lavar su ropa interior los sábados después de las vísperas. Como los
religiosos de Cluny no respondiesen nada y continuasen con su tarea
semanal, uno de los acusadores exclamó: «Yo no soy una serpiente que
silba ni un buey que muge, sino un hombre que habla. ¿Acaso queréis
enseñarnos la regla de San Benito guardando silencio?». Dicho esto, fue a
quejarse a su abad. Los monjes de Fleury recibieron al santo con
piedras y espadas y aun le amenazaron con darle muerte si entraba en la
iglesia. San Odón les habló con cariño, les dio tres días para
tranquilizarse y, al cabo de ese plazo, penetró montado en su asnillo
como si nada hubiese sucedido. «Le recibieron como a un padre y su
escolta partió sin necesidad de intervenir».
El año 942, Odón fue
a Roma por última vez. Al regreso, se detuvo en el monasterio de San
Julián de Tours. Después de asistir a las ceremonias de la fiesta de su
patrono, San Martín, tuvo que guardar cama y falleció el 18 de
noviembre.
Su sucesor fue Aymaro y los sucesores posteriores
supieron mantener la visión y dar estabilidad a Cluny y los otros
monasterios. Era muy estudioso pero en una visión comprendió que la
prioridad debía ser por la oración.
Referencias
Las
Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María. «San Odón».
www.corazones.org. Consultado el 18 de noviembre de 2018.
«Vidas de
los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI. «San Odón de Cluny,
abad». El Testigo Fiel. Consultado el 18 de noviembre de 2018.
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