Explicación de la Divina Misericordia - Qué es la Divina Misericordia de la Biblia, la Historia y las Visiones de Santa Faustina + Cómo Obtener la Indulgencia de la Divina Misericordia

La
Divina Misericordia es una forma de compasión por parte de Dios, un
acto de gracia basado en la confianza o el perdón. El Domingo de la
Divina Misericordia es el 7 de abril de 2024, el domingo después de
Pascua.
El
catolicismo celebra la Divina Misericordia en base al diario de María
Faustina Kowalska , una religiosa y mística polaca a principios del
siglo XX quien afirmó tener una serie de apariciones de Jesucristo
entregandole instrucciones y mensajes divinos. Antiguo Testamento
La
palabra hebrea rah'amim (רחמים) denota un acto de gracia basado en la
confianza, en una relación mutua entre dos personas que tienen
obligaciones que cumplir resultantes de sus compromisos.
Nuevo Testamento
En
el Sermón del Monte, Jesús dijo de los misericordiosos que recibirán
misericordia de Dios y dio ejemplos en la parábola del Buen Samaritano y
la parábola del siervo implacable.
Catolicismo
La
Iglesia católica enfoca en la misericordia de Dios su poder,
particularmente a través de una acción de confianza en la pasión de
Jesús que fue el precio ya pagado por nuestros pecados, y que si
confiamos verdaderamente en Jesús nuestros pecados nos serán perdonados;
Jesús no será nuestro juez sino nuestro Salvador misericordioso.5
Más
que una mera devoción es un género de la vida cristiana. Se expresa
mediante actos interiores (actitudes del alma respecto a la Misericordia
del Salvador y de la confianza en Dios) como exteriores: la veneración
de la imagen, la hora de la misericordia, el rezo de determinadas
oraciones (la llamada Coronilla), la fiesta de la Divina Misericordia y
los actos de misericordia con el prójimo.
La devoción como hoy es
conocida, fue esparcida por medio del diario de la monja polaca, Santa
Faustina Kowalska, conocida como "Apóstol de la Misericordia", donde
narra las conversaciones místicas que tuvo con Jesucristo, puestas en
forma de diario a petición de su confesor, el beato Michał Sopoćko, y de
Jesucristo mismo. La devoción se propagó después de los desplazamientos
de polacos por la Segunda guerra mundial.
Después de un período
de cuestionamiento oficial, esta devoción recibió un gran impulso
durante el pontificado de Juan Pablo II, quien proclamó la fiesta de la
Divina Misericordia, a celebrarse todos los años el primer domingo
después de Pascua, el 30 de abril de 2000, al canonizar a santa
Faustina.
Esta devoción considera que la principal prerrogativa
de Jesús es la misericordia y que es la última tabla de salvación. Se
accede a la misericordia por la confianza. Esta devoción está integrada
por el mensaje de la divina misericordia, la coronilla de la Divina
Misericordia, la imagen de la Divina Misericordia, la Fiesta y hora de
la misericordia (las 15 h.).
En su diario, Santa Faustina escribió que Jesús le dijo:
Que
no tema acercarse a Mí el alma débil, pecadora. Aunque tuviera más
pecados que granos de arena hay en la tierra, todo desaparecerá en el
abismo de Mi Misericordia.
No puedo castigar, aún al pecador más
grande, si él suplica Mi Compasión; sino que lo justifico en Mi
insondable e impenetrable Misericordia.
Quien no quiera pasar por la puerta de Mi Misericordia, tendrá que pasar por la puerta de Mi Justicia.
Quien rezare la coronilla "una sola vez", tendrá, a la hora de su muerte, Mi Misericordia infinita.
Cuando una persona (un alma) exalta Mi Bondad, Satanás tiembla y huye, lleno de rabia, al fondo del Infierno.
Fiesta de la Misericordia
Santa María Faustina Kowalska, la monja polaca a quien Jesucristo reveló la devoción de la Divina Misericordia.
Primera imagen de Jesús de la Misericordia que mandó pintar Faustina Kowalska, (1934).
La
Fiesta de la Divina Misericordia ocurre el domingo siguiente a la
Pascua de Resurrección y cumple la misma función que la Solemnidad de
Santa María, Madre de Dios, siendo el último día de la Octava de Pascua.
Jesús prometió a Santa Faustina su misericordia: el perdón total de los
pecados y penas a quien ese día se confiese y comulgue. Esto significa
que la persona si se confiesa y comulga en ese día gana inmediatamente
indulgencia plenaria, y obtiene el perdón total de la penas y culpas
merecidas por haber pecado, o sea, es decir que al perdonar todos los
pecados, y no hay penas que purgar en el purgatorio. Esta fiesta ha sido
declarada oficial en la liturgia por la Iglesia católica de rito romano
el 30 de abril del año 2000 (El mismo día que el papa Juan Pablo II
declaró Santa a María Faustina Kowalska, la apóstol de la Divina
Misericordia).6
Santa Faustina Kowalska escribió en su diario,
en relación con la fiesta, las siguientes palabras que ella experimentó
en su interior que Jesús le decía:
Deseo que la Fiesta de la
Misericordia sea refugio y amparo para todas las almas, especialmente
para los pobres pecadores. En ese día se abrirán las puertas de Mi
Misericordia. Derramo todo un mar de gracias sobre las almas que se
acercan a la fuente de Mi Misericordia. El alma que se confiese y reciba
la Santa Comunión obtendrá el perdón total de las culpas y de las
penas. En ese día están abiertas todas las compuertas divinas a través
de las cuales fluyen las gracias. Que ningún alma tema acercarse a Mi,
aunque sus pecados sean como escarlata. [...] Esta fiesta, nacida de lo
íntimo de Mi Misericordia, queda confirmada en sus profundidades. [...]
Hija Mía, di que esta fiesta ha brotado de las entrañas de Mi
Misericordia para el consuelo del mundo entero.
Diario 699, 420, 15177
Esta gracia, como explica el padre profesor Ignacy Różycki, es mayor que la indulgencia plenaria:
Consiste
sólo en el perdón de las penas temporales debidos a los pecados
cometidos, pero nunca se trata del perdón de las culpas mismas. Esta
gracia particular también es mayor que los seis sacramentos, excepto el
sacramento del santo Bautismo; esto es así porque el perdón de todas las
culpas y penas es sólo una gracia sacramental reservada al sacramento
del bautismo. En cambio, en las promesas de Jesús vinculadas con la
Fiesta, el Señor asoció el perdón de culpas y penas a la Santa Comunión
recibida el día de la fiesta, es decir, al hecho de comulgar en la
Fiesta de la Misericordia; con ello, Jesús elevó la Sagrada Comunión
recibida en este día al rango de un “segundo bautismo”.8
La hora de la Misericordia
La
hora de la Misericordia es a las 3 de la tarde, la hora en que murió
Jesús. Santa Faustina escribió en relación con ella las siguientes
palabras de Jesús en su diario:
En esta hora nada le será negado
al alma que lo pida por los méritos de Mi Pasión. [...] Cuantas veces
oigas el reloj dando las tres, sumérgete totalmente en Mi Misericordia,
adorándola y glorificándola; suplica su omnipotencia para el mundo
entero y especialmente para los pobres pecadores, ya que en ese momento
se abrió de par en par para cada alma. [...] En esa hora se estableció
la gracia para el mundo entero: la Misericordia triunfó sobre la
justicia.
Diario 1320, 1572
Coronilla a la Divina Misericordia
Esto es una oración para rezarla con las cuentas del rosario:
Para recitar la Coronilla de la Divina Misericordia se usa un rosario normal y se sigue esta secuencia:
1. La señal de la Cruz: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
2. Padre Nuestro
3. Santa María
4. Símbolo de los Apóstoles
5. En cada grano mayor del Rosario, cuando normalmente se dice el Padre Nuestro, diga:
Padre Eterno, Te ofrezco el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad
de Tu amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, como propiciación
de nuestros pecados y los del mundo entero.
6. En cada grano menor del Rosario, cuando normalmente se dice el Ave María, diga:
Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
7. Invocación: Al final de la corona, la siguiente oración se reza tres veces seguidas:
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
8. Oración para concluir (opcional)
Oh
Dios Eterno, en quien la misericordia es infinita y el tesoro de
compasión inagotable, vuelve a nosotros Tu mirada bondadosa y aumenta Tu
misericordia en nosotros, para que en momentos difíciles no nos
desesperemos ni nos desalentemos, sino que, con gran confianza, nos
sometamos a Tu santa voluntad, que es el Amor y la Misericordia mismos.
Amén.
Novena a la Divina Misericordia
Primer día
Hoy,
tráeme a toda la humanidad y especialmente a todos los pecadores, y
sumérgelos en el mar de mi misericordia. De esta forma me consolarás de
la amarga tristeza en que me sumerge la pérdida de las almas.
Jesús
tan misericordioso, cuya naturaleza es la de tener compasión de
nosotros y de perdonarnos, no mires nuestros pecados, sino la confianza
que depositamos en tu bondad infinita. Acógenos en la morada de tu muy
compasivo Corazón y nunca nos dejes salir de Él. Te lo suplicamos por tu
amor que te une al Padre y al Espíritu Santo.
Padre eterno, mira
con misericordia a toda la humanidad y especialmente a los pobres
pecadores que están encerrados en el Corazón de Jesús lleno de
compasión, y por su dolorosa Pasión muéstranos tu misericordia para que
alabemos su omnipotencia por los siglos de los siglos. Amén.
Segundo día
Hoy,
tráeme a las almas de los sacerdotes y las almas de los religiosos, y
sumérgelas en mi misericordia insondable. Fueron ellas las que me dieron
fortaleza para soportar mi amarga Pasión. A través de ellas, como a
través de canales, mi misericordia fluye hacia la humanidad.
Jesús
misericordiosísimo, de quien procede todo bien, aumenta tu gracia en
nosotros para que realicemos dignas obras de misericordia, de manera que
todos aquellos que nos vean, glorifiquen al Padre de misericordia que
está en el cielo.
Padre eterno, mira con misericordia al grupo
elegido de tu viña, a las almas de los sacerdotes y a las almas de los
religiosos; otórgales el poder de tu bendición. Por el amor del Corazón
de tu Hijo, en el cual están encerradas, concédeles el poder de tu luz
para que puedan guiar a otros en el camino de la salvación, y a una sola
voz canten alabanzas de tu misericordia sin límite por los siglos de
los siglos. Amén.
Tercer día
Hoy, tráeme a todas las almas
devotas y fieles, y sumérgelas en el mar de mi misericordia. Estas
almas me consolaron a lo largo del Vía Crucis. Fueron una gota de
consuelo en medio de un mar de amargura.
Jesús infinitamente
compasivo, que desde el tesoro de tu misericordia les concedes a todos
tus gracias en gran abundancia, acógenos en la morada de tu clementísimo
Corazón y nunca nos dejes escapar de Él. Te lo suplicamos por el
inconcebible amor tuyo con que tu Corazón arde por el Padre celestial.
Padre
eterno, mira con misericordia a las almas fieles como herencia de tu
Hijo y por su dolorosa Pasión, concédeles tu bendición y rodéalas con tu
protección constante para que no pierdan el amor y el tesoro de la
santa fe, sino que con toda la legión de los ángeles y los santos,
glorifiquen tu infinita misericordia por los siglos de los siglos. Amén.
Cuarto día
Hoy,
tráeme a los paganos y aquellos que todavía no me conocen. También
pensaba en ellos durante mi amarga Pasión y su futuro celo consoló mi
Corazón. Sumérgelos en el mar de mi misericordia.
Jesús
compasivísimo, que eres la luz del mundo entero. Acoge en la morada de
tu piadosísimo Corazón a las almas de los paganos que todavía no te
conocen. Que los rayos de tu gracia las iluminen para que también ellas
unidas a nosotros, ensalcen tu misericordia admirable y no las dejes
salir de la morada de tu compasivísimo Corazón.
Padre eterno,
mira con misericordia a las almas de los paganos y de los que todavía no
te conocen, pero que están encerrados en el muy compasivo Corazón de
Jesús. Atráelas hacia la luz del Evangelio. Estas almas desconocen la
gran felicidad que es amarte. Concédeles que también ellas ensalcen la
generosidad de tu misericordia por los siglos de los siglos. Amén.
Quinto día
Hoy,
tráeme a las almas de los hermanos separados, y sumérgelas en el mar de
mi misericordia. Durante mi amarga Pasión, desgarraron mi cuerpo y mi
Corazón, es decir, mi Iglesia. Según regresan a la Iglesia, mis llagas
cicatrizan y de este modo alivian mi Pasión.
Jesús sumamente
misericordioso, que eres la bondad misma, Tú no niegas la luz a quienes
te la piden. Acoge en la morada de tu muy compasivo Corazón a las almas
de los hermanos separados y llévalas con tu luz a la unidad con la
Iglesia; no las dejes alejarse de la morada de tu compasivísimo Corazón,
sino haz que también ellas glorifiquen la generosidad de tu
misericordia.
Padre eterno, mira con misericordia a las almas de
los hermanos separados que han malgastado tus beneficios y han abusado
de tus gracias por persistir obstinadamente en sus errores. No mires sus
errores, sino el amor de tu Hijo y su amarga Pasión que sufrió por
ellos ya que también ellos están acogidos en el sumamente compasivo
Corazón de Jesús. Haz que también ellos glorifiquen tu gran misericordia
por los siglos de los siglos. Amén.
Sexto día
Hoy, tráeme
a las almas mansas y humildes y a las almas de los niños pequeños, y
sumérgelas en mi misericordia. Éstas son las almas más semejantes a mi
Corazón. Ellas me fortalecieron durante mi amarga agonía. Las veía como
ángeles terrestres que velarían al pie de mis altares. Sobre ellas
derramo torrentes enteros de gracias. Solamente el alma humilde es capaz
de recibir mi gracia; concedo mi confianza a las almas humildes.
Jesús,
tan misericordioso, Tú mismo has dicho: “Aprendan de mí que soy manso y
humilde de corazón”. Acoge en la morada de tu compasivísimo Corazón a
las almas mansas y humildes y a las almas de los niños pequeños. Estas
almas llevan a todo el cielo al éxtasis y son las preferidas del Padre
celestial. Son un ramillete perfumado ante el trono de Dios, de cuyo
perfume se deleita Dios mismo. Estas almas tienen una morada permanente
en tu compasivísimo Corazón y cantan sin cesar un himno de amor y
misericordia por la eternidad.
Padre eterno, mira con
misericordia a las almas mansas y humildes y a las almas de los niños
pequeños que están encerradas en el muy compasivo Corazón de Jesús.
Estas almas son las más semejantes a tu Hijo. Su fragancia asciende
desde la tierra y alcanza tu trono. Padre de misericordia y de toda
bondad, te suplico por el amor que tienes por estas almas y el gozo que
te proporcionan, bendice al mundo entero para que todas las almas canten
juntas las alabanzas de tu misericordia por los siglos de los siglos.
Amén.
Séptimo día
Hoy, tráeme a las almas que veneran y
glorifican mi misericordia de modo especial y sumérgelas en mi
misericordia. Estas almas son las que más lamentaron mi Pasión y
penetraron más profundamente en mi espíritu. Ellas son un reflejo
viviente de mi Corazón compasivo. Estas almas resplandecerán con un
resplandor especial en la vida futura. Ninguna de ellas irá al fuego del
infierno. Defenderé de modo especial a cada una en la hora de la
muerte.
Jesús misericordiosísimo, cuyo Corazón es el amor mismo,
acoge en la morada de tu compasivísimo Corazón a las almas que veneran y
ensalzan de modo particular la grandeza de tu misericordia. Estas almas
son fuertes con el poder de Dios mismo. En medio de toda clase de
aflicciones y adversidades siguen adelante confiadas en tu misericordia,
y unidas a ti, cargan sobre sus hombros a toda la humanidad. Estas
almas no serán juzgadas severamente, sino que tu misericordia las
protegerá en la hora de la muerte.
Padre eterno, mira con
misericordia a aquellas almas que glorifican y veneran tu mayor
atributo, es decir, tu misericordia insondable y que están encerradas en
el compasivísimo Corazón de Jesús. Estas almas son un Evangelio
viviente, sus manos están llenas de obras de misericordia y sus
corazones, desbordantes de gozo, te cantan, oh Altísimo, un cántico de
misericordia. Te suplico, oh Dios, muéstrales tu misericordia según la
esperanza y la confianza que han puesto en ti. Que se cumpla en ellas la
promesa de Jesús quien les dijo: A las almas que veneren esta infinita
misericordia mía, Yo mismo las defenderé como mi gloria durante sus
vidas y especialmente en la hora de la muerte.
Octavo día
Hoy,
tráeme a las almas que están en la cárcel del purgatorio y sumérgelas
en el abismo de mi misericordia. Que los torrentes de mi sangre
refresquen el ardor del purgatorio. Todas estas almas son muy amadas por
mí. Ellas cumplen con el justo castigo que se debe a mi justicia. Está
en tu poder llevarles alivio. Haz uso de todas las indulgencias del
tesoro de mi Iglesia y ofrécelas en su nombre… Oh, si conocieras los
tormentos que ellas sufren ofrecerías continuamente por ellas las
limosnas del espíritu y saldarías las deudas que tienen con mi justicia.
Jesús
misericordiosísimo. Tú mismo has dicho que deseas la misericordia; heme
aquí que llevo a la morada de tu muy compasivo Corazón a las almas del
purgatorio, almas que te son muy queridas, pero que deben pagar su culpa
adeudada a tu justicia. Que los torrentes de Sangre y Agua que brotaron
de tu Corazón, apaguen el fuego del purgatorio para que también allí
sea glorificado el poder de tu misericordia.
Padre eterno, mira
con misericordia a las almas que sufren en el purgatorio y que están
encerradas en el muy compasivo Corazón de Jesús. Te suplico por la
dolorosa Pasión de Jesús, tu Hijo, y por toda la amargura con la cual su
sacratísima alma fue inundada, muestra tu misericordia a las almas que
están bajo tu justo escrutinio. No las mires sino a través de las
heridas de Jesús, tu amadísimo Hijo, ya que creemos que tu bondad y tu
compasión no tienen límites. Amén.
Noveno día
Hoy, tráeme a
las almas tibias y sumérgelas en el abismo de mi misericordia. Estas
almas son las que más dolorosamente hieren mi Corazón. A causa de las
almas tibias, mi alma experimentó la más intensa repugnancia en el
Huerto de los Olivos. A causa de ellas dije: Padre, aleja de mí este
cáliz, si es tu voluntad. Para ellas, la última tabla de salvación
consiste en recurrir a mi misericordia.
Jesús piadosísimo, que
eres la compasión misma, te traigo a las almas tibias a la morada de tu
piadosísimo Corazón. Que estas almas heladas que se parecen a cadáveres y
te llenan de gran repugnancia se calienten con el fuego de tu amor
puro. Oh Jesús tan compasivo, ejercita la omnipotencia de tu
misericordia y atráelas al mismo ardor de tu amor y concédeles el amor
santo, porque Tú lo puedes todo.
Padre eterno, mira con
misericordia a las almas tibias que, sin embargo, están acogidas en el
piadosísimo Corazón de Jesús. Padre de la misericordia, te suplico por
la amarga Pasión de tu Hijo y por su agonía de tres horas en la cruz,
permite que también ellas glorifiquen el abismo de tu misericordia
(1209-1229).
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