Santo 15 Febrero : San Claudio La Colombière vivió una Vida breve y un Campeón de la Devoción al Corazón de Jesús
San Claudio La Colombière
de Francia
Claudio La Colombière
(1641-1682) vivió una vida breve, pero notable por su intensidad y por
el papel tan importante que jugó como campeón de la devoción al Corazón
de Jesús. Se le recuerda principalmente como el director spiritual que
reconoció la autenticidad de las revelaciones que recibió Santa
Margarita María Alacoque. Su virtud heroica se probó también cuando tuvo
que padecer un encarcelamiento que debilitó su salud y provocó su
temprana muerte.
Oración: Oh divino Señor, Tú dijiste: 'Pedid y se os dará; busca y encontrarás; llamad y se os abrirá”. Prometiste derramar abundantes bendiciones sobre todas las empresas de aquellos que honran tu Sagrado Corazón. Escucha nuestras humildes, confiadas e incesantes oraciones y concédenos la gracia que pedimos a Tu infinita misericordia en esta novena. Te lo pedimos por intercesión de san Claude La Colombiere, a quien Tú has honrado con el título de “fiel servidor y perfecto amigo” y que tuvo en Ti una confianza filial, ilimitada e infatigable. Oh San Claudio, ardorísimo apóstol del Divino Corazón de Jesús, dígnate interceder por mí ante este divino corazón, para que obtenga la gracia que pido en esta novena. (Haz tu pedido) Amén
Colombière había nacido en el sur de Francia y había estudiado en un colegio de jesuitas desde muy temprana edad. Entró en la Compañía cuando tenía 17 años y siguió el programa normal de estudios: gramática, literatura, filosofía y teología. Habiendo enseñado durante dos años en Avignon, estudió teología en París y fue ordenado el 6 de abril de 1669. Enseñó otros tres años, tras de lo cual fue predicador en la iglesia de la Compañía en la misma ciudad antes de hacer Tercera Probación. Fue en ese año de oración y reflexión cuando sintió la moción de hacer voto privado de observar las reglas de la Compañía de la manera más exacta posible.
Su primer destino tras la Tercera Probación fue de superior de una pequeña comunidad en Paray-le-Monial, donde había también un convento de religiosas de conventuales de la Visitación. Una de ellas era la hermana Margarita María Alacoque, a la cual la presencia de Dios en la oración le estaba revelando un mensaje de amor divino. Las demás hermanas de su comunidad se mostraban escépticas, pensando que se engañaba en su oración, y eso le hacía sufrir. Del Señor, sin embargo, había recibido el tranquilizante mensaje de que le preparaba un “siervo fuel y perfecto amigo”. Colombière fue nombrado confesor del convento y director de Santa Margarita, que le abrió su corazón narrándole los hechos sobrenaturales que estaban sucediendo en su vida. Él tuvo la intuición de reconocer que su oración era verdadero don de Dios y real revelación. Colombière, en su propia oración, fue entendiendo los deseos del Señor cada vez con mayor claridad. En junio de 1675 el Señor manifestó a Margarita explícitamente un deseo con respecto a la devoción al Corazón de Jesús, pidiéndole que el viernes siguiente a la octava del Corpus Christi se constituyese como fiesta especial y que dijese a Colombière que hiciese todo lo posible por extender esta devoción.
La estancia de Clombière en Paray-le-Monial duró sólo hasta octubre de 1676, en que fue nombrado predicador de la duquesa de York en Londres. A pesar d que Inglaterra era oficialmente no católica, el rey Carlos II había dado permiso a su hermano, el duque de York, para que tuviera una capilla en el palacio de St. James. El capellán había que traerlo de fuera de Inglaterra, de modo que el joven Colombière tuvo que dejar su país e trasladarse a una corte extranjera. Siguió predicando lo que le era más querido, el mensaje del amor de Cristo a la humanidad, simbolizado en su Sagrado Corazón. Sus palabras encontraron eco en la duquesa, que años más tarde se convertiría en la primera persona de la realeza en pedir al papa Inocencio XII que se estableciese una fiesta solemne en honor del Sagrado Corazón.
La tolerancia de la casa real no le protegió sin embargo de la traición por parte de un francés con el que había hecho amistad Londres. Aquel hombre, por ganar un premio, le puso una denuncia falsa en noviembre de 1678. Colombière fue arrestado con cargos de haber hablado traidoramente en público contra el rey y el parlamento y llevado a un frío torreón donde su salud se deterioró rápidamente. Tras un mes en prisión fue dejado en libertad, pero el daño ya estaba hecho. Vuelto a Francia se dirigió despacio hacia el sur, deteniéndose cuando lo exigía su estado de debilidad. Llegó a Lyon el 11 de marzo de 1679 y allí permaneció, como padre spiritual de los jesuitas jóvenes, en el mismo centro donde había enseñado hacía años. Siguió predicando sobre el Sagrado Corazón, pero su propio corazón no mejoraba. De modo que los superiores, en 1681, le mandaron de vuelta a Paray-le-Monial. Aunque el lugar le era muy querido, no pudo recuperarse. El febrero de 1682 le subió alarmantemente la fiebre: moría el 15 de febrero, cuando apenas había cumplido los 41 años.
Originalmente compilado y editado por: Tom Rochford, SJ
Traducción: Luis López-Yarto, SJ
Fuente de Jesuits Global
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