Santo del Dia 12 Agoso - Santa Juana de Chantal ¡una Viuda y una Monja que pasaron por encima de su Hijo para ir a Fundar una Orden Religiosa!
Santa Juana Francisca - Fremyot de Chantal
Religiosa y fundadora
(1572-1641)
Ella
misma nos da sus datos primeros: "Me llamo Juana Francisca Fremyot,
natural de Dijón, capital del ducado de Borgoña. Soy hija del señor
Fremyot, presidente del Parlamento de Dijón y de la señora Margarita de
Barbysey".
Llevó una niñez y juventud propia de la nobleza a la
que pertenecía. Era muy elegante, porte digno de cautivar a cualquiera:
bondadosa, guapa, modesta, buena conversadora, rica en conocimientos y
en piedad. Era una joven de su tiempo.
Se enamoró locamente del barón Rabutín Chantal con el que se unió en
matrimonio y al que amó con toda su alma. El barón supo corresponder a
este amor. Cuando el barón estaba fuera de casa, parecía como si
Francisca estuviera de luto. Cuando el baron llegaba, se arreglaba con
las mejores galas, salía a recibirle y la alegría volvía a su rostro.
Por ello cuando el Señor le pida el sacrificio de la vida de su esposo,
ella le rogará con fuerzas: "Señor, pídemelo que quieras, estoy
dispuesta a los mayores sacrificios con tal de que no te lo lleves". Y
cuando murió lo lloró desconsoladamente durante mucho tiempo. Sus
familiares y amigos creían que también ella iba a morir. Tanto fue lo
que se desmejoró y enflaqueció que quedó reducida a los huesos.
Francisca
es una maravillosa ama de casa. Todos la quieren y la admiran. Educa
cristianamente a sus hijos a los que ama más que a sí misma. Los criados
depondrán en el proceso de su Beatificación: "La Señora sirvió a Dios a
quien mucho amaba y practicaba la virtud continuamente, pero sin llamar
la atención. A nadie molestaba con sus rezos. Era muy atenta y buena
con todos".
Las cruces no le faltarán nunca. Así no se apegará su
corazón a las cosas de este mundo. En vez de refugiarse con su padre
que la idolatraba o de quedarse en su palacio, decide marcharse al lado
de su suegro que tiene un carácter déspota y agrio, como si fuera hecho
de vinagre y hiel. Siete años a su lado, fueron cruces sin cuento las
que hubo de sufrir la sensibilísima Francisca.
No todo había de
ser desconsuelo y mano dura de parte del Señor. El santo Obispo de
Ginebra -S. Francisco de Sales- pudo decir de ella: "Hallé en Dijón
-donde vivía Francisca- lo que Salomón no pudo encontrar en Jerusalén:
hallé a la mujer fuerte en la persona de la señora de Chantal".
El
encuentro con San Francisco fue providencial. Iba un día montada a
caballo y cerca de un bosque vio a un sacerdote venerable que rezaba
fervorosamente su breviario. Poco después este mismo sacerdote vio en
una especie de visión a una mujer joven, viuda, modesta. Un impulso
interior le dijo que ésta sería el instrumento que el Señor le destinaba
para la obra que pensaba llevar a cabo.
Vino a predicar aquel
sacerdote a Dijón. Éste era el obispo de Ginebra San Francisco de Sales,
empieza a extenderse y a echar sus cimientos esta cieron. La santa
empezó a dirigirse con él y él vio que la obra de Dios iba por buen
camino. De modo prodigioso y como si fueran Florecillas de San Francisco
de Sales empieza a extenderse y a echar sus cimientos esta obra de las
Religiosas de la Visitación. A las afueras de Annecy, en una modesta
casita, se reúne un grupo de mujeres que quieren seguir del todo a
Jesucristo. Mucho hubieron de sufrir los dos santos. No faltaron
habladurías y burlas, pero como era obra de Dios, la cosa siguió
adelante. Un día la varonil Francisca se verá obligada a pasar por
encima del cuerpo de su hijo que le impide siga la llamada de Dios.
Mucho le amaba, pero era mayor el amor que sentía a su Dios. Por fin, el
13 de diciembre de 1641, cargada de buenas obras, la joven, la esposa,
la viuda, la religiosa y la fundadora, partía a la eternidad. Sus hijas
siguen su ejemplo. Sanctoral
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