Santa Misa Online - Lecturas y Video Jueves de Pascua 24 de Abril 2025 - #Eucaristía en Tu Iglesia Virtual

Jueves de la octava de Pascua
Acto de Comunión Espiritual por San Alfonso María de Ligorio
Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el
Santísimo Sacramento del Altar. Os amo sobre todas las cosas y deseo
vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora
sacramentalmente, venid al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si
ya os hubiese recibido, os abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no
permitas que jamás me aparte de Ti. Amén.
Lectionary: 264
Primera lectura - Hch 3, 11-26
Como
el paralítico curado por Pedro y Juan no se les despegaba, todo el
pueblo, asombrado, corrió hacia ellos al pórtico de Salomón. Al ver a la
muchedumbre, Pedro les dirigió la palabra:
“Israelitas:
¿Por qué les causa admiración esto y por qué nos miran de ese modo,
como si por nuestro poder o nuestra virtud hubiéramos hecho andar a este
hombre? El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros
padres, ha glorificado a su siervo Jesús, a quien ustedes entregaron a
Pilato, y a quien rechazaron en su presencia, cuando él ya había
decidido ponerlo en libertad.
Rechazaron al santo, al justo, y
pidieron el indulto de un asesino; han dado muerte al autor de la vida,
pero Dios lo resucitó de entre los muertos y de ello nosotros somos
testigos. El nombre de Jesús y la fe en él es lo que ha robustecido los
miembros de este hombre al que están viendo y todos conocen. Esta fe es
la que le ha restituido completamente la salud, como pueden observar.
Ahora
bien, hermanos, yo sé que ustedes han obrado por ignorancia, de la
misma manera que sus jefes; pero Dios cumplió así lo que había predicho
por boca de los profetas: que su Mesías tenía que padecer.
Por lo
tanto, arrepiéntanse y conviértanse, para que se les perdonen sus
pecados y el Señor les mande el tiempo de la consolación y les envíe de
nuevo a Jesús, el Mesías que les estaba destinado; aunque él tiene que
quedarse en el cielo hasta la restauración universal, de la que habló
Dios por boca de su profeta desde muy antiguo.
En efecto, Moisés
dijo: El Señor Dios hará surgir de entre sus hermanos un profeta como
yo. Escuchen todo cuanto les diga; quien no escuche al profeta, será
expulsado del pueblo. Todos los profetas, a partir de Samuel, anunciaron
igualmente estos días.
Ustedes son herederos de los profetas y
beneficiarios de la alianza que Dios hizo con sus padres, cuando le dijo
a Abraham: Tu descendencia será fuente de bendición para toda la
humanidad. Para ustedes, en primer lugar, ha resucitado Dios a su siervo
y lo ha enviado para bendecirlos y ayudarlos a que cada uno se aparte
de sus iniquidades’’.
Salmo Responsorial
Salmo 8, 2a y 5. 6-7. 8-9
R. (2ab) ¡Qué admirable, Señor, es tu poder! Aleluya.
¡Qué admirable es, Señor y Dios nuestro,
tu poder en toda la tierra!
¿Qué es el hombre, para que de él te acuerdes,
ese pobre ser humano, para que de él te preocupes?
R. ¡Qué admirable, Señor, es tu poder! Aleluya.
Sin embargo, lo hiciste un poquito inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
y todo lo sometiste bajo sus pies.
R. ¡Qué admirable, Señor, es tu poder! Aleluya.
Pusiste a su servicio los rebaños y las manadas,
todos los animales salvajes,
las aves del cielo y los peces del mar,
que recorren los caminos de las aguas.
R. ¡Qué admirable, Señor, es tu poder! Aleluya.
Secuencia -- opcional
Victimae paschali laudes
Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado,
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.
Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la vida,
triunfante se levanta.
“¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?’’
“A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Vengan a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí verán los suyos
la gloria de la Pascua’’.
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.
Aclamación antes del Evangelio
Sal 117, 24
R. Aleluya, aleluya.
Éste es el día del triunfo del Señor,
día de júbilo y de gozo.
R. Aleluya.
Evangelio
Lc 24, 35-48
Cuando
los dos discípulos regresaron de Emaús y llegaron al sitio donde
estaban reunidos los apóstoles, les contaron lo que les había pasado en
el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.
Mientras
hablaban de esas cosas, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo:
“La paz esté con ustedes”. Ellos, desconcertados y llenos de temor,
creían ver un fantasma. Pero él les dijo: “No teman; soy yo. ¿Por qué se
espantan? ¿Por qué surgen dudas en su interior? Miren mis manos y mis
pies. Soy yo en persona, tóquenme y convénzanse: un fantasma no tiene ni
carne ni huesos, como ven que tengo yo”. Y les mostró las manos y los
pies. Pero como ellos no acababan de creer de pura alegría y seguían
atónitos, les dijo: “¿Tienen aquí algo de comer?” Le ofrecieron un trozo
de pescado asado; él lo tomó y se puso a comer delante de ellos.
Después
les dijo: “Lo que ha sucedido es aquello de que les hablaba yo, cuando
aún estaba con ustedes: que tenía que cumplirse todo lo que estaba
escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos”.
Entonces
les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras y les
dijo: “Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar
de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de
predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de
volverse a Dios para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de
esto”.
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