Santa Misa Online - Lecturas y Video Miércoles de Pascua 23 de Abril 2025 - #Eucaristía en Tu Iglesia Virtual

Miércoles de la octava de Pascua
Acto de Comunión Espiritual por San Alfonso María de Ligorio
Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el
Santísimo Sacramento del Altar. Os amo sobre todas las cosas y deseo
vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora
sacramentalmente, venid al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si
ya os hubiese recibido, os abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no
permitas que jamás me aparte de Ti. Amén.
Lectionary: 263 - Primera lectura
Hch 3, 1-10
En
aquel tiempo, Pedro y Juan subieron al templo para la oración
vespertina, a eso de las tres de la tarde. Había allí un hombre lisiado
de nacimiento, a quien diariamente llevaban y ponían ante la puerta
llamada la “Hermosa”, para que pidiera limosna a los que entraban en el
templo.
Aquel hombre, al ver a Pedro y a Juan cuando iban a
entrar, les pidió limosna. Pedro y Juan fijaron en él los ojos, y Pedro
le dijo: “Míranos”. El hombre se quedó mirándolos en espera de que le
dieran algo. Entonces Pedro le dijo: “No tengo ni oro ni plata, pero te
voy a dar lo que tengo: En el nombre de Jesucristo nazareno, levántate y
camina”. Y, tomándolo de la mano, lo incorporó.
Al
instante sus pies y sus tobillos adquirieron firmeza. De un salto se
puso de pie, empezó a andar y entró con ellos al templo caminando,
saltando y alabando a Dios.
Todo el pueblo lo vio caminar y
alabar a Dios, y al darse cuenta de que era el mismo que pedía limosna
sentado junto a la puerta “Hermosa” del templo, quedaron llenos de miedo
y no salían de su asombro por lo que había sucedido.
Salmo Responsorial
Salmo 104, 1-2. 3-4. 6-7. 8-9
R. (5b) Cantemos al Señor con alegría. Aleluya.
Aclamen al Señor y denle gracias,
relaten sus prodigios a los pueblos.
Entonen en su honor himnos y cantos,
celebren sus portentos.
R. Cantemos al Señor con alegría. Aleluya.
Del nombre del Señor enorgullézcanse
y siéntase feliz el que lo busca.
Recurran al Señor y a su poder,
y a su presencia acudan.
R. Cantemos al Señor con alegría. Aleluya.
Descendientes de Abrahán, su servidor,
estirpe de Jacob, su predilecto,
escuchen: el Señor es nuestro Dios
y gobiernan la tierra sus decretos.
R. Cantemos al Señor con alegría. Aleluya.
Ni aunque transcurran mil generaciones,
se olvidará el señor de sus promesas,
de la alianza pactada con Abraham,
del juramento a Isaac, que un día le hiciera.
R. Cantemos al Señor con alegría. Aleluya.
Secuencia -- opcional
Victimae paschali laudes
Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado,
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.
Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la vida,
triunfante se levanta.
“¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?’’
“A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Vengan a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí verán los suyos
la gloria de la Pascua’’.
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.
Aclamación antes del Evangelio
Sal 117, 24
R. Aleluya, aleluya.
Éste es el día del triunfo del Señor,
día de júbilo y de gozo.
R. Aleluya.
Evangelio
Lc 24, 13-35
El
mismo día de la resurrección, iban dos de los discípulos hacia un
pueblo llamado Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén, y
comentaban todo lo que había sucedido.
Mientras conversaban y
discutían, Jesús se les acercó y comenzó a caminar con ellos; pero los
ojos de los dos discípulos estaban velados y no lo reconocieron. Él les
preguntó: “¿De qué cosas vienen hablando, tan llenos de tristeza?”
Uno
de ellos, llamado Cleofás, le respondió: “¿Eres tú el único forastero
que no sabe lo que ha sucedido estos días en Jerusalén?” Él les
preguntó: “¿Qué cosa?” Ellos le respondieron: “Lo de Jesús el nazareno,
que era un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo
el pueblo. Cómo los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para
que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que
él sería el libertador de Israel, y sin embargo, han pasado ya tres
días desde que estas cosas sucedieron. Es cierto que algunas mujeres de
nuestro grupo nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al
sepulcro, no encontraron el cuerpo y llegaron contando que se les habían
aparecido unos ángeles, que les dijeron que estaba vivo. Algunos de
nuestros compañeros fueron al sepulcro y hallaron todo como habían dicho
las mujeres, pero a él no lo vieron”.
Entonces Jesús les dijo:
“¡Qué insensatos son ustedes y qué duros de corazón para creer todo lo
anunciado por los profetas! ¿Acaso no era necesario que el Mesías
padeciera todo esto y así entrara en su gloria?” Y comenzando por Moisés
y siguiendo con todos los profetas, les explicó todos los pasajes de la
Escritura que se referían a él.
Ya cerca del pueblo a donde se
dirigían, él hizo como que iba más lejos; pero ellos le insistieron,
diciendo: “Quédate con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a
oscurecer”. Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaban a la mesa,
tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se
les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él se les desapareció. Y
ellos se decían el uno al otro: “¡Con razón nuestro corazón ardía,
mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!”
Se
levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron
reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: “De
veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón”. Entonces
ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían
reconocido al partir el pan.
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