Santo del Dia 5 Agosto - Santa Madre Teresa de Calcuta (1910-1997) una Monja que fundó la congregación de las Misioneras de la Caridad
Madre Teresa de Calcuta (1910-1997) - Biografia -
Teresa
de Calcuta (26 de agosto de 1910-Calcuta, 5 de septiembre de 1997), de
nombre secular Anjezë Gonxhe Bojaxhiu y también conocida como Santa
Teresa de Calcuta,4 Madre Teresa de Calcuta o Santa Madre Teresa de
Calcuta fue una monja católica de origen albanés naturalizada india,7
que fundó la congregación de las Misioneras de la Caridad en Calcuta en
1950. Durante más de 45 años atendió a pobres, enfermos, huérfanos y
moribundos, al mismo tiempo que guiaba la expansión de su congregación,
en un primer momento en la India y luego en otros países del mundo. Tras
su muerte, fue beatificada por el papa Juan Pablo II. Su canonización
fue aprobada por el papa Francisco en diciembre de 2015, después de que
la Congregación para las Causas de los Santos reconociera como
extraordinaria la curación de un brasileño enfermo en estado terminal.
El acto oficial de canonización tuvo lugar en Roma en la mañana del
domingo 4 de septiembre de 2016.
Agnes descubrió su vocación desde temprana edad, y para 1928 ya había
decidido que estaba destinada a la vida religiosa. Fue entonces cuando
optó por cambiar su nombre a «Teresa» en referencia a la santa patrona
de los misioneros, Teresa de Lisieux.11 Si bien dedicó los siguientes
20 años a enseñar en el convento irlandés de Loreto, comenzó a
preocuparse por los enfermos y por los pobres de la ciudad de Calcuta.
Esto la llevó a fundar una congregación con el objetivo de ayudar a los
marginados de la sociedad, primordialmente enfermos, pobres y personas
que no tenían hogar. (Wikipedia)
“De sangre soy albanesa. De
ciudadanía, India. En lo referente a la fe, soy una monja Católica. Por
mi vocación, pertenezco al mundo. En lo que se refiere a mi corazón,
pertenezco totalmente al Corazón de Jesús”. De pequeña estatura, firme
como una roca en su fe, a Madre Teresa de Calcuta le fue confiada la
misión de proclamar la sed de amor de Dios por la humanidad,
especialmente por los más pobres entre los pobres. “Dios ama todavía al
mundo y nos envía a ti y a mi para que seamos su amor y su compasión
por los pobres”. Fue un alma llena de la luz de Cristo, inflamada de
amor por Él y ardiendo con un único deseo: “saciar su sed de amor y de
almas” .
Esta mensajera luminosa del amor de Dios nació el 26 de
agosto de 1910 en Skopje, una ciudad situada en el cruce de la historia
de los Balcanes. Era la menor de los hijos de Nikola y Drane Bojaxhiu,
recibió en el bautismo el nombre de Gonxha Agnes, hizo su Primera
Comunión a la edad de cinco años y medio y recibió la Confirmación en
noviembre de 1916. Desde el día de su Primera Comunión, llevaba en su
interior el amor por las almas. La repentina muerte de su padre, cuando
Gonxha tenía unos ocho años de edad, dejó a la familia en una gran
estrechez financiera. Drane crió a sus hijos con firmeza y amor,
influyendo grandemente en el carácter y la vocación de si hija. En su
formación religiosa, Gonxha fue asistida además por la vibrante
Parroquia Jesuita del Sagrado Corazón, en la que ella estaba muy
integrada.
Cuando tenía dieciocho años, animada por el deseo de
hacerse misionera, Gonxha dejó su casa en septiembre de 1928 para
ingresar en el Instituto de la Bienaventurada Virgen María, conocido
como Hermanas de Loreto, en Irlanda. Allí recibió el nombre de Hermana
María Teresa (por Santa Teresa de Lisieux). En el mes de diciembre
inició su viaje hacia India, llegando a Calcuta el 6 de enero de 1929.
Después de profesar sus primeros votos en mayo de 1931, la Hermana
Teresa fue destinada a la comunidad de Loreto Entally en Calcuta, donde
enseñó en la Escuela para chicas St. Mary. El 24 de mayo de 1937, la
Hermana Teresa hizo su profesión perpétua convirtiéndose entonces, como
ella misma dijo, en “esposa de Jesús” para “toda la eternidad”.
Desde ese momento se la llamó Madre Teresa. Continuó a enseñar en St.
Mary convirtiéndose en directora del centro en 1944. Al ser una persona
de profunda oración y de arraigado amor por sus hermanas religiosas y
por sus estudiantes, los veinte años que Madre Teresa transcurrió en
Loreto estuvieron impregnados de profunda alegría. Caracterizada por su
caridad, altruismo y coraje, por su capacidad para el trabajo duro y por
un talento natural de organizadora, vivió su consagración a Jesús entre
sus compañeras con fidelidad y alegría.
El 10 de septiembre de
1946, durante un viaje de Calcuta a Darjeeling para realizar su retiro
anual, Madre Teresa recibió su “inspiración,” su “llamada dentro de
la llamada”. Ese día, de una manera que nunca explicaría, la sed de
amor y de almas se apoderó de su corazón y el deseo de saciar la sed de
Jesús se convirtió en la fuerza motriz de toda su vida. Durante las
sucesivas semanas y meses, mediante locuciones interiores y visiones,
Jesús le reveló el deseo de su corazón de encontrar “víctimas de amor”
que “irradiasen a las almas su amor”. “Ven y sé mi luz”, Jesús le
suplicó. “No puedo ir solo”. Le reveló su dolor por el olvido de los
pobres, su pena por la ignorancia que tenían de Él y el deseo de ser
amado por ellos. Le pidió a Madre Teresa que fundase una congregación
religiosa, Misioneras de la Caridad, dedicadas al servicio de los más
pobres entre los pobres. Pasaron casi dos años de pruebas y
discernimiento antes de que Madre Teresa recibiese el permiso para
comenzar. El 17 de agosto de 1948 se vistió por primera vez con el sari
blanco orlado de azul y atravesó las puertas de su amado convento de
Loreto para entrar en el mundo de los pobres.
Después de un breve
curso con las Hermanas Médicas Misioneras en Patna, Madre Teresa volvió
a Calcuta donde encontró alojamiento temporal con las Hermanitas de los
Pobres. El 21 de diciembre va por vez primera a los barrios pobres.
Visitó a las familias, lavó las heridas de algunos niños, se ocupó de un
anciano enfermo que estaba extendido en la calle y cuidó a una mujer
que se estaba muriendo de hambre y de tuberculosis. Comenzaba cada día
entrando en comunión con Jesús en la Eucaristía y salía de casa, con el
rosario en la mano, para encontrar y servir a Jesús en “los no
deseados, los no amados, aquellos de los que nadie se ocupaba”. Después
de algunos meses comenzaron a unirse a ella, una a una, sus antiguas
alumnas.
El 7 de octubre de 1950 fue establecida oficialmente en
la Archidiócesis de Calcuta la nueva congregación de las Misioneras de
la Caridad. Al inicio de los años sesenta, Madre Teresa comenzó a enviar
a sus Hermanas a otras partes de India. El Decreto de Alabanza,
concedido por el Papa Pablo VI a la Congregación en febrero de 1965,
animó a Madre Teresa a abrir una casa en Venezuela. Ésta fue seguida
rápidamente por las fundaciones de Roma, Tanzania y, sucesivamente, en
todos los continentes. Comenzando en 1980 y continuando durante la
década de los años noventa, Madre Teresa abrió casas en casi todos los
países comunistas, incluyendo la antigua Unión Soviética, Albania y
Cuba.
Para mejor responder a las necesidades físicas y
espirituales de los pobres, Madre Teresa fundó los Hermanos Misioneros
de la Caridad en 1963, en 1976 la rama contemplativa de las Hermanas, en
1979 los Hermanos Contemplativos y en 1984 los Padres Misioneros de la
Caridad. Sin embargo, su inspiración no se limitò solamente a aquellos
que sentían la vocación a la vida religiosa. Creó los Colaboradores de
Madre Teresa y los Colaboradores Enfermos y Sufrientes, personas de
distintas creencias y nacionalidades con los cuales compartió su
espíritu de oración, sencillez, sacrificio y su apostolado basado en
humildes obras de amor. Este espíritu inspiró posteriormente a los
Misioneros de la Caridad Laicos. En respuesta a las peticiones de
muchos sacerdotes, Madre Teresa inició también en 1981 el Movimiento
Sacerdotal Corpus Christi como un“pequeño camino de santidad” para
aquellos sacerdotes que deseasen compartir su carisma y espíritu.
Durante
estos años de rápido desarrollo, el mundo comenzó a fijarse en Madre
Teresa y en la obra que ella había iniciado. Numerosos premios,
comenzando por el Premio Indio Padmashri en 1962 y de modo mucho más
notorio el Premio Nobel de la Paz en 1979, hicieron honra a su obra. Al
mismo tiempo, los medios de comunicación comenzaron a seguir sus
actividades con un interés cada vez mayor. Ella recibió, tanto los
premios como la creciente atención “para gloria de Dios y en nombre de
los pobres”.
Toda la vida y el trabajo de Madre Teresa fue un
testimonio de la alegría de amar, de la grandeza y de la dignidad de
cada persona humana, del valor de las cosas pequeñas hechas con
fidelidad y amor, y del valor incomparable de la amistad con Dios. Pero,
existía otro lado heroico de esta mujer que salió a la luz solo después
de su muerte. Oculta a todas las miradas, oculta incluso a los más
cercanos a ella, su vida interior estuvo marcada por la experiencia de
un profundo, doloroso y constante sentimiento de separación de Dios,
incluso de sentirse rechazada por Él, unido a un deseo cada vez mayor de
su amor. Ella misma llamó “oscuridad” a su experiencia interior. La
“dolorosa noche” de su alma, que comenzó más o menos cuando dio inicio
a su trabajo con los pobres y continuó hasta el final de su vida,
condujo a Madre Teresa a una siempre más profunda unión con Dios.
Mediante la oscuridad, ella participó de la sed de Jesús (el doloroso y
ardiente deseo de amor de Jesús) y compartió la desolación interior de
los pobres.
Durante los últimos años de su vida, a pesar de los
cada vez más graves problemas de salud, Madre Teresa continuó dirigiendo
su Instituto y respondiendo a las necesidades de los pobres y de la
Iglesia. En 1997 las Hermanas de Madre Teresa contaban casi con 4.000
miembros y se habían establecido en 610 fundaciones en 123 países del
mundo. En marzo de 1997, Madre Teresa bendijo a su recién elegida
sucesora como Superiora General de las Misioneras de la Caridad,
llevando a cabo sucesivamente un nuevo viaje al extranjero. Después de
encontrarse por última vez con el Papa Juan Pablo II, volvió a Calcuta
donde transcurrió las últimas semanas de su vida recibiendo a las
personas que acudían a visitarla e instruyendo a sus Hermanas. El 5 de
septiembre, la vida terrena de Madre Teresa llegó a su fin. El Gobierno
de India le concedió el honor de celebrar un funeral de estado y su
cuerpo fue enterrado en la Casa Madre de las Misioneras de la Caridad.
Su tumba se convirtió rápidamente en un lugar de peregrinación y oración
para gente de fe y de extracción social diversa (ricos y pobres
indistintamente). Madre Teresa nos dejó el ejemplo de una fe sólida, de
una esperanza invencible y de una caridad extraordinaria. Su respuesta a
la llamada de Jesús, “Ven y sé mi luz”, hizo de ella una Misionera de
la Caridad, una “madre para los pobres”, un símbolo de compasión para
el mundo y un testigo viviente de la sed de amor de Dios.
Menos
de dos años después de su muerte, a causa de lo extendido de la fama de
santidad de Madre Teresa y de los favores que se le atribuían, el Papa
Juan Pablo II permitió la apertura de su Causa de Canonización. El 20 de
diciembre del 2002 el mismo Papa aprobó los decretos sobre la
heroicidad de las virtudes y sobre el milagro obtenido por intercesión
de Madre Teresa.
Homilía de Juan Pablo II
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