
Fiesta de María, Madre de la Iglesia - celebrada el lunes después de Pentecostés (20 de mayo: 2024):
María, Madre de la Iglesia explicó:
La
gozosa veneración dada a la Madre de Dios por la Iglesia contemporánea,
a la luz de la reflexión sobre el misterio de Cristo y sobre su
naturaleza, no puede ignorar la figura de la mujer
(cf. Gal 4, 4), la Virgen María, que es a la vez Madre de Cristo y Madre de la Iglesia.
De
alguna manera esto ya estaba presente en la mente de la Iglesia a
partir de las palabras premonitorias de San Agustín y San León Magno. En
efecto, el primero dice que María es la madre de los miembros de
Cristo, porque con la caridad cooperó al renacimiento de los fieles en
la Iglesia, mientras que el segundo dice que el nacimiento de la Cabeza
es también el nacimiento del cuerpo, así indicando que María es a la vez
Madre de Cristo, Hijo de Dios, y madre de los miembros de su Cuerpo
Místico, que es la Iglesia. Estas consideraciones derivan de la
maternidad divina de María y de su íntima unión en la obra del Redentor,
que culminó en la hora de la cruz. (La historia continúa debajo del
video)
Oración a María, Madre de la Iglesia y Madre de nuestra fe*
¡Madre, ayuda a nuestra fe!
Abre
nuestros oídos para escuchar la palabra de Dios y reconocer su voz y
llamado. Despierta en nosotros el deseo de seguir sus pasos, de salir de
nuestra propia tierra y recibir su promesa.
Ayúdanos a ser tocados por su amor, para que podamos tocarlo en la fe.
Ayúdanos
a confiarnos plenamente a él ya creer en su amor, especialmente en los
momentos de prueba, bajo la sombra de la cruz, cuando nuestra fe está
llamada a madurar.
Sembrad en nuestra fe la alegría del Resucitado.
Recuérdanos que aquellos que creen nunca están solos.
Enséñanos
a mirar todas las cosas con los ojos de Jesús, para que él sea luz en
nuestro camino. ¡Y que esta luz de la fe crezca siempre en nosotros,
hasta el amanecer de ese día imperecedero que es el mismo Cristo, tu
Hijo, nuestro Señor!
*Oración a María de la conclusión de la Encíclica Lumen Fidei (29 de junio de 2013)
****************
En
efecto, la Madre, de pie junto a la cruz (cf. Jn 19, 25), acogió el
testamento de amor de su Hijo y acogió a todos los hombres en la persona
del discípulo amado como hijos e hijas para renacer a la vida eterna.
Ella se convirtió así en la tierna Madre de la Iglesia que Cristo
engendró en la cruz entregando el Espíritu. Cristo, a su vez, en el
discípulo amado, eligió a todos los discípulos como ministros de su amor
hacia su Madre, confiándosela a ellos para que la acogieran con afecto
filial.
Como guía solícita de la Iglesia naciente, María ya había
comenzado su misión en el Cenáculo, orando con los Apóstoles en espera
de la venida del Espíritu Santo (cf. Hch 1, 14). En este sentido, a lo
largo de los siglos, la piedad cristiana ha honrado a María con varios
títulos, en muchos aspectos equivalentes, como Madre de los discípulos,
de los fieles, de los creyentes, de todos los que renacen en Cristo; y
también como “Madre de la Iglesia” como se usa en los textos de autores
espirituales así como en el Magisterio de los Papas Benedicto XIV y León
XIII.
Así queda claramente establecido el fundamento por el cual el
Beato Pablo VI, el 21 de noviembre de 1964, al concluir la Tercera
Sesión del Concilio Vaticano II, declaró a la Santísima Virgen María
como “Madre de la Iglesia, es decir, de todo el pueblo cristiano”. ,
tanto los fieles como los pastores, que la llaman Madre amantísima” y
estableció que “la Madre de Dios debe ser más honrada e invocada por
todo el pueblo cristiano con este tiernísimo título”.
Por eso la
Sede Apostólica, con motivo del Año Santo de la Reconciliación (1975),
propuso una Misa votiva en honor de Beata Maria Ecclesiæ Matre, que
posteriormente fue insertada en el Misal Romano. La Santa Sede también
concedió la facultad de añadir la invocación de este título en las
Letanías de Loreto (1980) y publicó otros formularios en la Colecta de
Misas de la Santísima Virgen María (1986). A algunos países, diócesis y
familias religiosas que lo solicitaron a la Santa Sede se les permitió
agregar esta celebración a sus calendarios particulares.
Habiendo
considerado con atención cuánto la promoción de esta devoción puede
favorecer el crecimiento del sentido maternal de la Iglesia en los
pastores, religiosos y fieles, así como un crecimiento de la genuina
piedad mariana, el Papa Francisco ha decretado que la Memoria de la
Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia, debería ser inscrita en el
Calendario Romano el lunes después de Pentecostés y celebrarse ahora
cada año.
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