Santo 30 de Marzo : San Juan Climacus : Abad del Sinaí que Vivió en la Contemplación Perpetua de las Cosas Celestiales
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San Juan Clímaco
Monje
(525-605)
San
Juan Clímaco vivió en la segunda mitad del VI y primera del VII. El
monje Daniel nos cuenta que Juan era un joven antioqueno de mucho
porvenir. Parece que llegó a ser abogado en Antioquía, por lo que fue
llamado El Escolástico. Pero un buen día renuncia a todo, sube como
Moisés y Elías a la cumbre del Sinaí, entra en la nube de las divinas
comunicaciones, que luego comunicaría en un hermoso libro, y allí se
quedó.
El
bíblico Sinaí estaba lleno de monasterios y de cuevas, habitadas por
monjes, que se regían por la regla de San Basilio y la legislación de
Justiniano. Así lo contempló Eteria, nuestra monja peregrina. Todavía
queda el monasterio de los Cuarenta Mártires y el célebre de Santa
Catalina, con su famosa biblioteca, donde se descubrió el Codice
Sinaítico del siglo IV.
Tres años pasó Juan de noviciado con el
santo monje Martirio. Muerto su maestro, se fue a vivir al extremo del
monte, en una pequeña laura, como un anacoreta. Allí pasó cuarenta años,
dado al estudio y al trabajo, silencio y soledad, largas oraciones y
corto sueño, parco en comer y prolongadas vigilias, como un serafín,
embebido en las divinas alabanzas. Su deseo era vivir completamente
aislado. "¡Oh beata solitudo, sola beatitudo!" Pero pronto corrió la
fama de sus virtudes y su sabiduría y acudían muchos a pedirle consejo.
Juan les atendía, pues entendía que no debía "ocultar la luz bajo el
celemín". El demonio le tentó con fuerza - lo hace en especial con los
anacoretas - pero el Señor le ayudó.
Cuando murió el abad de
Monte Sinaí, los monjes, conocedores de la virtud y discreción del
anacoreta, le rogaron que aceptara sucederle. Juan se oponía. Pero fue
tal la insistencia que aceptó. Y acertaron, pues el nuevo abad obró
siempre con sabiduría y fue un ejemplo para todos.
San Juan
Clímaco es el más popular de los escritores ascéticos de aquellos
siglos, debido a su única obra Escala del paraíso. Escala es Clímax en
griego, y de ahí viene a nuestro Santo el apellido Clímaco. La Escala se
compone de treinta grados, que son otros tantos capítulos en los que se
explican las virtudes y los vicios del monje con aforismos y
sentencias.
Se sirve de ejemplos prácticos. Viendo a un cocinero
muy recogido, le pregunta el autor cómo puede conseguirlo. El cocinero
le responde: "Cuando sirvo a los monjes me imagino que sirvo al mismo
Dios en la persona de sus servidores, y el fuego de la cocina me
recuerda las llamas que abrasarán a los pecadores". (También entre los
pucheros anda el Señor: Sta. Teresa).
En los primeros grados de
la Escala habla de la renuncia al mundo y a los afectos terrenos, la
penitencia, el pensamiento de la muerte, y el don de lágrimas. Los
grados siguientes hablan de la dulzura, perdón, huir de la maledicencia,
de la mentira y de la pereza, amor al silencio, a la templanza y a la
castidad. "La castidad, dice, es un don de Dios, y para obtenerlo
conviene recurrir a él, pues a la naturaleza no la podemos vencer con
sólo nuestras fuerzas". En los últimos grados habla de la pobreza, del
sueño, del canto de los salmos, de la paz, de la oración, de la
humildad. El último grado del libro está dedicado a las virtudes
teologales.
El santo abad, tan engolfado en las cosas de Dios,
hizo edificar una hospedería cerca del monasterio, para atender a los
peregrinos. Enterado de ello el papa San Gregorio Magno, le envió una
buena cantidad de dinero para ayudarle en la construcción y manutención.
San Juan Clímaco, cumplida su misión, subió raudo por la escala de sus
buenas obras al paraíso.
Fuente: Sanctoral.com
Imagen : Arzobispadoarequipa Peru
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