Santo 28 de Enero : Santo Tomás de Aquino, Doctor de la Iglesia - Enviado a un Monasterio a los 5 años y Patrono Dominicano de las Universidades, Colegios y Escuelas Católicas
"¡Ustedes
lo llaman el buey mudo! Yo les digo que este buey mugirá tan fuerte que
su mugido resonará en todo el mundo". San Alberto Magno, su maestro, no
se equivocó. Con estas palabras, lo defendió de sus compañeros de
estudios, quienes le habían dado ese apodo por su carácter taciturno y
aparentemente poco brillante.
Encarcelado por su familia por haberse hecho un religioso predicador
Tomás
nació en el castillo de Roccasecca, en el Bajo Lazio, de los Condes de
Aquino, emparentados con el Emperador Federico II. Su padre Landolfo
esperaba que fuera abad del Monasterio de Montecassino, pensando que de
ese modo se habría conjuntado el carácter tímido y amable de su hijo con
sus ambiciosos planes políticos.
El punto era que Tomás, rechazando cualquier ambición, ya había elegido
una Orden mendicante para convertirse en un fraile dominico en Nápoles.
Una elección muy frustrante para su ambiciosa familia. Sintiendo
traicionadas las expectativas familiares, su madre y dos de sus hermanos
lo secuestraron y lo mantuvieron prisionero en su castillo por un año.
Su humor, poco sociable pero a la vez muy pacífico, se alteró solo
cuando le hicieron entrar a una prostituta en su recámara para hacerlo
desistir de su vocación. A ese punto, Tomás reaccionó aferrando con
fuerza un leño ardiente y la hizo escapar. Con la ayuda de sus hermanas,
se cuenta que luego Tomás logró escapar haciéndose bajar de las
murallas del castillo de Roccasecca en una grande cesta.
Un intelectual enamorado de Dios
Finalmente
libre del acoso familiar, fue enviado a Colonia y allí, con San Alberto
Magno como su maestro, profundizó el aristotelismo. Se trasladó luego a
París donde, no sin dificultades con el clero secular, enseñó en la
Universidad. De regreso a Italia intensificó el estudio de Aristóteles
gracias a las traducciones de un cofrade, y compuso el conocido himno
vinculado a la fiesta del Corpus Christi, el "Pange lingua". Comenzó a
escribir su "obra maestra", la Summa Theologiae. De este genial
compendio teológico son particularmente conocidas las Cinco vías para
probar racionalmente la existencia de Dios. (cf. ST. I Pars, q. II). El
centro de su trabajo fue la confianza en la razón y los sentidos: la
filosofía es un válido auxilio de la teología pero la fe no anula la
razón. (cf Rm 1,19). Amaba el estudio y no es difícil imaginar por qué
su inmensa producción filosófico-teológica haya causado un gran impacto
entre los teólogos contemporáneos. Un día, el 6 de diciembre de 1273,
Tomás le dijo a su cofrade Reginaldo que ya no escribiría más: "No
puedo, porque todo lo que he escrito es como paja para mí en comparación
con lo que se me ha revelado". Según algunos biógrafos, una experiencia
mística con Jesús precedió a esta decisión. Parece ser que cayó enfermo
en 1274, en el viaje a Lyon, donde el Papa Gregorio X lo había
convocado para el Concilio, y murió en la abadía de Fossanova. Tenía
sólo 49 años.
Santo Tomás leído por Chesterton: la reconciliación fe-razón
El
famoso escritor inglés G. K. Chesterton, con su fina agudeza, en 1933
le dedicó un conocido ensayo titulado "Santo Tomás de Aquino". En tal
texto Chesterton escribió: "Tomás fue un gran hombre que concilió la
religión con la razón, que la expandió hacia la ciencia experimental,
que insistió en que los sentidos son las ventanas del alma y en que la
razón posee un derecho divino a alimentarse de hechos, y que es
competencia de la fe digerir". Para Chesterton, tanto Santo Tomás como
San Francisco fueron los iniciadores de una gran renovación del
cristianismo desde dentro y cuyo centro fue la Encarnación: "... estos
hombres se hacían más ortodoxos al hacerse más racionales y naturales:
sólo siendo así de ortodoxos pudieron ser así de racionales y naturales.
En otras palabras, lo que realmente se puede llamar teología liberal se
desplegó desde dentro, desde los misterios originales del catolicismo".
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